Ataque inesperado [Priv. Tsumuru]

El bar era realmente pesado, al final acababa agotada de estar allí, era como perder el tiempo en algo que en realidad no cumplirá mis expectativas como Emperatriz de la isla Kuja la cual estaba toda destrozada y los demonios habían acabado con ella antes de poder secuestrarme y pasar una temporada horrible en la que aprendí a desobedecer a quienes no me tenían ningún tipo de respeto. Sobre todo los hombres, los cuales siempre me habían tratado como a una vulgar prostituta por ser de tal belleza desde bien pequeña; pero nunca me dejé hacer por nadie, por eso poseía todavía mi virginidad.

Después de un duro trabajo todo el día en Letal Candy, decidí que era hora de visitar a parte de mi familia, algunos súbditos míos estaban enterrados en esta ciudad ya que habían nacido aquí y lo más normal es que fueran enterrados en el mismo lugar donde nacieron. Salí de allí tras coger un abrigo para no coger frío por la calle ya que de noche bajaban las temperaturas bastante; caminé sin rumbo alguno hasta que me topé con el cementerio, donde entré y busqué algunas tumbas. Recordaba a dos personas que estaban por allí así que busqué con detenimiento hasta toparme con la primera, donde me arrodillé para recordar buenos momentos y mostrarle respeto.

-Hace tanto que todo desapareció... Años... Muchos años... -murmuraba mirando el nombre de aquella mujer que recordaba con exactitud, más bien recordaba a todo el mundo que estuvo en mi tribu.- Ojalá nada de eso hubiera pasado.

Otro día más que se mostró del todo productivo pues unas cuantas firmas se posaron sobre papeles blancos que exponían contratos de artículos valiosos, de valor muy alto e ilegal que le agradaría tener a su poder y que terminaría por cumplir sus deseos pues a su servició estaban todos los individuos de los bajos fondos, todos fieles a su amo ya que este ofrecía una buena recompensa por el trabajo que realizaban pero también fieles por los castigos que Tsumuru impartía a quienes no cumplián con sus objetivos o osaban traicionarle al revelar información a la policía. Actos que le molestaban de buen grado y que no quería vivir por miedo a que sus negocios se vieran afectados, a lo que mantenía todo en buen secreto aunque su nombre era más de una vez mencionado en tabernas, apuestas e incluso por la misma calle. ¿Tan grande era su reputación? La verdad era una buena pregunta y un si le sería más que satisfactorio.

Los negocios habían llegado a un buen fin, ninguna gota de sangre salpicó la camisa del chico como de costumbre en anteriores acuerdos. Pero esta vez todo fue muy tranquilo, demasiado incluso para su actitud intranquila que buscaba algo de distracción relacionada con actuaciones interesantes y poco comunes. Pero aun así, la noche ya se hallaba libre y ningún asunto requería de su atención quedando de cierta forma sin nada que poder hacer, sin nada con que distraerse o con que jugar hasta la llegada del sol sobre la ciudad ahora nocturna.

- silencio, tranquilidad... todo común en mis sirvientes - decía mientras caminaba por las calles, diambulando y sonriendo en el silencio de las oscuridades sobre la idea presente en su mente de que el mundo era suyo. Idea que hacía acrecentar su ego interno sin necesidad de que nadie actuara sobre sobre él o le digiéran nada, solamente le bastaba pensarlo y atraparlo con su mano. Dejándose llevar por sus pensamientos sin darse cuenta de acabar en un cementerio, lugar de reposo de antiguos hombres y mujeres que quizás osarón oponerse a Tsumuru... todo era posible en ese mundo tan pequeño en el que vivía, a lo que grito en voz alta sin darse cuenta aun de donde estaba - mi mano tomará esta ciudad pronto, alcanzado mi dominio no solo por la noche sino también por el día - rió ante aquellas palabras en pensamiento de que estaba solo.

Echaba realmente de menos a aquellas personas, solo que nunca podría volver a coincidir con ellas nunca más; bueno si, en el próximo mundo, pero eso solo era una forma de decirlo ya que al morir creo que acabas por reencarnarte en otro ser dependiendo de cómo hayas sido en esa vida. No sé como acabaría yo pero esperaba que no fuera muy mal. Le di una última sonrisa al menos por ese momento a aquella mujer que me había enseñado a luchar como es debido, a usar las piernas de forma muy fuerte y a controlar mis instintos felinos.

Fui a otro lado, encontrándome con un hombre, pero él nunca pasaba por la isla ya que era de mujeres; pero justamente él venía a pasar el fin de semana con su amada, y se lo permitimos porque ella suplicaba a mi madre que le dejara estar con ella. Creo que mi madre en realidad lo hizo como ritual de fertilidad, pues solo podía ir un hombre dos o tres días para eso, dejar embarazada a una de las habitantes. Es totalmente tradicional de allí pero ahora que estaba aquí lo veía del todo extraño.

Escuché unos pasos con mi agudizado oído y fui a mirar quién había, un hombre alto y rubio que parecía que buscaba dominar el mundo con sus palabras. No pude evitar echarme a reír.

-Pobre iluso -logré decir entre carcajadas mientras lo observaba.

Las delirantes ideas de Tsumuru que surcaban su cabeza sin cesar era una fuente inagotable de entretenimiento pues el simple hecho de imaginar estar sobre el ayuntamiento de una ciudad para implantar una bandera que aún no tenía diseñada. Sobre lo alto de ese edificio para que hondeara lo máximo posible y se supiera sobre su poder, sobre su superioridad sobre la gente insignificante que él creía que eran débiles de por sí y que esperaba que algún día se arrodillarán ante él para demostrarle que ese dragón era un dios. De todas maneras, esos sueños estaban lejanos de ser cumplidos a causa de la continua presión de los aliens sobre el planeta tierra, era algo molesto que una raza extrangera de otro mundo se interpusiera en su camino pero tampoco podía hacer nada a causa de los escasos recursos de los que no disponía.

Mientras tanto, en el mundo real en donde pocas veces solía interesar al chico. Ignoraba el hecho de que una persona estubvera allí también a tan tardías horas de la noche en un lugar tan oscuro como un cementerio. Sería interesante tratar con un tipo de personaje de esa magnitud que no le asustaba enfrentarse a las supersticiones ni tampoco a los preligros que representaban la noche. Pero fue mal el comienzo entre ambos individuos al sentir ese comentario.
- vaya... un insecto ha respondido sin ser preguntado - dice buscando encontrar el origen de aquel comentario, mostrando algo de sonrisa tranquila aunque sentía algo de enojo por ser llamado de esa forma, pues eran sus deseos y los haría realidad fuera como fuera - yo de ti volvería rezaría si tu entendimiento te permite... porque hoy no es tu día de suerte - mencionó algo vacilante, mirando a la chica de alto pelo oscuro, daba la impresión de ser una difunta mas del lugar.

No pude evitar reírme ante los comentarios de aquel joven que acababa de llegar y ya se creía el rey del mundo, que lo dominaría y todo estaría besándole los pies, si, eso es lo que quería todo hijo de creído, orgulloso, noble o rey. Pero nunca llegaban a conseguirlo, por eso en el mundo no mandaba nadie que no tuviera sangre real de esa ciudad o que fuera votado por todo el pueblo para que mande sobre ellos. Este era uno de ellos, y el pobre todavía no sabía que su destino no era precisamente el que él estaba buscando, o al menos en el cementerio ni siquiera podría ser el rey de los muertos. Me paré de reír poco a poco tras escuchar que había dicho algo, algo sobre que no debería haber hecho lo que hice, lo que provocó más risa, pero dentro de mi mente, ya no exteriorizada hacia él. Me arreglé la ropa y decidí salir entre la oscuridad hacia la luz de la Luna que iluminaba mi ser hacia el muchacho.

-No rezaba si es lo que creía que estaba haciendo en un lugar como este –le contesté sonriendo y caminé hacia él, con distanciamiento y acariciando lentamente las tumbas de cada persona que pasaba por mi lado.- Y no deberías tratar así a la gente sin conocerla primero, ni siquiera sabes cómo soy así que lo veo algo irrespetuoso por tu parte que hables así a una damisela –le rectifiqué sonriente, en principio no quería broncas ni peleas así que actué con amabilidad, más de la que se podía esperar de mi al menos, y crucé los brazos en espera de que me diera la razón, o aunque o fuera así, pero que admitiera que estaba siendo algo maleducado hacia mi persona.

La oscuridad habría sido un buen escudo para aquella chica que osaba dirigirse hacia él sin permiso previo. Pues estar en presencia de un dios como se consideraba a si mismo, era un acto solamente digno para dragones o seres que equiparaban a su poder y aquellos que no mostraran las actitudes suficientes merecían el más severo de los castigos para que aprendieran así la lección e sirvieran ejemplo para el resto de mortales nada comparables a la arrogancia del chico. Pero poco después de conocer el rostro de su agresor verbal se llevó una buena decepción al observar que se trataba de una mujer ya que creía que el eco del lugar afectaba al tono de habla. Pero en esa ocasión no fue así y el desengaño calmo un poco al ahora desanimado chico ¿como castigar a una chica? En verdad no sentía discriminación alguna ya que para él todos eran igual de insignificantes pero le resultaba menos llamativo herir a una chica que un hombre que al menos le ofreciera algo de entretenimiento.

- me importan más las moscas de un cadáver que los asuntos que te estaban ocupando - contestó de su habitual tono despreciable y algo elevado, observando con un suspiro como la chica se acercaba. Haciendo agitar ya la paciencia de Tsumuru al no querer que nadie estuviera tan cerca de él porque le molestaba la presencia de ajenos que no fueran de confianza o que al menos tuvieran algo que ofrecer - como dije, no tengo interés alguno en saber nada de ti, bastante tengo con estar escuchando tu pesada voz. Solo quiero que te disculpes por haberte reido de mis sueños, si lo haces, alargarás tu vida lo suficiente como para alejarte de mi y no volver a aparecer - añadió con risas lo último dicho, mostrando una falta de respeto y un ego que no conocían comparación alguna con las personas que ella hubiera tenido gusto que tratar ya que esa persona era única en el mundo por su forma de ser que le llevaba a desafiar a cualquier persona sin importar quien fuera y esa chica no sería una excepción - o bien, también puedes hacerme cambiar de opinión con una buena suma de dinero o objetos de valor, se valorar las buenas intenciones -