La noche es fresca. Y aparte es joven~ {Priv}

Tarde. Demasiado. Ya eran pasadas las doce de la noche. No estaba segura que hora era ya, sólo sabía que ya empezaba a sentir la brisa fresca de la madrugada. Había tenido un turno algo más que largo, pero no muy pesado. Llego a su habitación arrojando todas sus pertenencias sobre el pequeño recibidor, arrojando los zapatos debajo de la cama y dejándose caer sobre las sabanas de esta. Cerró los ojos durante un rato. Meditando, en silencio. Pues a pesar de estar cansada estaba… No tan cansada como pensaba. Sólo era cansancio físico y no emocional. No había estado estresante el día de hoy, así que sólo su cuerpo se sentía algo exhausto. – Esto no está funcionando. – se dijo así misma en una voz tenue y baja, decepcionada se levanto de su catre y se acerco a abrir por la ventana y asomarse por esta. La fresca brisa, era perfecta, pues el clima estaba haciendo algo de calor. Pero aún así no era suficiente para sentirse verdaderamente fresca como otros días. – Que debería hacer ahora… No tengo sueño. – musito mientras recargaba el codo sobre la base de la ventana, mirando fijamente hacia afuera. Algo captaría su atención para abrir los ojos un poco más. Algunas luces encendidas a lo lejos. Podría ser… – La piscina. – dijo sonriendo para salir de ahí. No se cambio ni siquiera la ropa, simplemente salió como había llegado, con un vestido negro que solía usar para su trabajo.

Atravesó los pasillos, en silencio para que no le escucharan los que dormían o aún permanecían despiertos, no quería anunciarles a todos a donde iba, pero también quería darse la oportunidad de que algunos escucharan para que se le unieran. Así era ella, le gustaba tentar su suerte. Al fin cuando termino de caminar y llegar a su destino, se detuvo frente a este. La piscina, parecía tan tranquila, apenas si iluminada como para ver que no resbalaras y cayeras accidentalmente en esta. Parecía que nadie se daría cuenta si ella entraba. Que divertido era pasarse por escabullidas. Se saco los zapatos primero, las medias, luego la falda, el chaleco y la camisa, quedando solamente en su lencería negra y roja favorita. Pero tampoco echaría a perder tan preciosas ropas. Se las saco lentamente, dejando rebotar sus pechos al quitarse el sostén, bajando sus pantaletas oscuras lentamente y colocándolas debajo de su ropa para que no se arruinaran. Se acerco a la orilla de la alberca, tocando apenas el agua con el dedo de los pies. Un escalofrío le recorrió la piel, y aún así se aventó sobre el líquido cristalino y frío, entrando seguido de un fuerte splash; quedo unos cuantos segundos debajo del agua y luego salió disparada hacia arriba a buscar aire para respirar. – Esto sí que es bueno. – dijo con los ojos cerrados, alejando sus húmedos cabellos de su rostro, pasándolo todo hacia atrás. Esperando ser la única que tendría la idea de entrar a refrescarse… ó no.

El frío líquido cristalino rodeaba por completo a la pelirroja, comenzando a bracear para atrás mientras que su torso desnudo se asomaba por encima del agua, erizándose la piel de su cuerpo como la de sus pezones. Debía admitir que no era la mejor en el arte de la natación, pero tampoco fuera que viniera a disfrutar de esa actividad en primer lugar. Venía a refrescarse y a divertirse un poco antes de poder dormir esa noche. En realidad, estaba hambrienta, y no me refiero realmente a que tenía apetito de comida, sino de otra cosa. – Tal vez no haya nadie despierto ahora… – musito en voz tenue y baja, para sí misma. Realizo una pequeña mueca de enfado. Pensaría que ahora alguno que otro estuviera levantado para seguirle ó al menos que alguien más notará su presencia pronto. Pero parecía no dar resultado por ahora.

Siguió con lo suyo con ojos cerrados, quedando estática sobre el agua, recostada un poco y palmeando el agua de la piscina. Comenzaba a sentirse algo inquieta, pero aún no se alejaba del lugar, esperaba a que alguien pudiera llegar y le ayudará a conseguir diversión por aquella noche. Y su espera no tuvo fue demasiada. Se sobresalto un poco al escuchar una voz masculina, haciendo que sus pechos brincaran dentro del agua y sus cabellos se revolvieran y se apegaran más a su ya erizada piel. – Es una lástima que lo esté… Pero, al parecer alguien ya se me puede unir. – le respondió a aquel hombre que le miraba desde el trampolín. Apenas si podía verle el rostro, pero lo poco que podía diferenciar es que ya le había visto antes por ahí. Pero no recordaba de donde. – Entra conmigo. El agua está muy rica ahora. – dijo mientras nadaba cercándose a la orilla donde se encontraba el otro. Cuando se había acercado por completo se dio cuenta de un pequeño bulto en su pantalón, cosa que le hizo reír maliciosa. – ¿Entras ó no? Pero cuidado con la ropa, se puede arruinar. – comento mientras le llamaba a venir con ella con los dedos, incitándole a entrar pero a la vez dándole la indirecta de que se le uniera como ella estaba, desnudo también. Quería apreciar mejor ese cuerpo maduro que tenía enfrente de ella. Y tal vez hacer más que sólo apreciarle con la mirada. Si, ya le había echado el ojo y no le iba a dejar, al menos por unos minutos mientras entraba en ambiente con él.

Le observo detenidamente mientras se despojaba de su ropa, delineando cada parte de su cuerpo, especialmente lo que era su entrepierna, la mirada en su miembro, el cual ya se mostraba “animado” por aquella. Escucho sus palabras atenta, riendo a lo bajo por lo que le decía. Así que le había tocado toparse con el mismísimo jefe de la tienda ¿eh? Que acontecimiento tan… interesante era ese. Y más porque al parecer el otro tenía el ego demasiado alto, esa noche se divertiría mucho al tratar de bajárselo, aunque eso le costará el empleo. No es como si no pudiera conseguir otro ¿no?. – El que me pedirá que lo deje metérmela es otro. – dijo riendo divertida mientras alzaba los brazos, haciéndose el cabello hacia atrás, mostrando aquella hermosa figura digna que le caracterizaba a la pelirroja. Sus pechos rebotaban suavemente en el agua, erizándolos a la vez por la temperatura de esta, primero temple y después sintiendo el frío por la brisa a su alrededor.

Se acerco lentamente al azulado, mientras se apoyaba de sus rodillas, viendo directamente a su falo. – No me creerá tan fácil ¿no? Señor Mukuro Rokudo. – dijo mientras deletreaba su nombre, sonriendo algo siniestra mientras se alzaba apenas, tocando apenas su erección con sus grandes pechos, para luego volver a descender hacia el agua, salpicándole todo. Después volvió para tomarle su erección con la mano con algo de fuerza – Oops… Lo siento, es que me iba a caer. – dijo agarrándole con fuerza y sin soltarle, como atrayéndole hacia a ella para que bajara, pero sin hacerlo con tanta fuerza, comenzando a masturbarle lentamente y de poco. – Por favor no me despida. Este es el único empleo que pude conseguir. – dijo haciéndose la inocente, pero de eso no tenia nada.