Light me up [Privado]

Era peligroso rondar por las calles en esa noche tan oscura. Pero para un personaje como Tsumuru el peligro era un simple entretenimiento al cual le gustaba tentar cuando el aburrimiento le ampara como lo hacía ahora, pues en toda la mañana no había logrado hallar la forma de distraerse de su trabajo y a consecuencia de ello, su mente se encontraba confusa de nombres y cifras que no le agradaba recordar ya que su auténtico cometido era solamente decidir que objetos vender y comprar en el mercado negro. Sin embargo, el día fue muy arduo y necesitaba desesperadamente encontrar la forma de liberar toda la tensión acumulada y esa forma era saciando su sed de codicia, es decir, adquirir un objeto de asombroso valor o en vez de ello, matar a alguien. Cualquiera de las dos maneras serían bienvenidas para él.
Así pues y portando una copa de vino a la altura de su cuello, miraba de a un lado a otro a trabes de las calles escasas de luz. A penas observando algunos coches pasar y gatos cruzarse por la carretera. Elementos a penas de interés para Tsumuru que suspiraba aburrido, agitando su copa mientras seguía caminando por la cera dejando ver su silueta vestida de unos vaqueros negros y una fina camisa blanca. Unas prendas de vestir de estar por casa se podría decir pues tampoco le prestaba mucha atención el querer aparentar mucha elegancia a nadie ya que le bastaba con su apariencia, dado que su ego no conocía fin y que se creía superior a toda creación terrestre.

A medida que avanzaba por las calles, de casualidad, fijó su mirada en un cártel que exponía la imagen de una cantante moderna, ya que le costaba distinguir los tipos de música actuales y le agradaba escuchar buenas voces y dada su gran falta de entretenimiento sería bueno asistir para escucharla. Poniendo así rumbo a un burdel donde decía alojarse dicha ídolo y que ansiaba por ver, pero no más que pasajeramente pues en breve cesaría su deseo en ella al saciar su voluntad.
El camino hasta el burdel se hizo corto, sus pasos eran ligeros y pronto pudo distinguir el lugar en frente suyo. Entrando por la puerta principal aún estando cerrado, cuestión que no le importo y forzó al guardia de ahí a dejarle entrar a cambio de su vida al amenazar con una espada de doble filo, logrando así lo propuesto y pasando tranquilamente como gato por su casa.

-¿donde estará esa cantante? si aprecia su vida se presentará ante mi sin preguntar - decía en voz alta entre los pasillos del lugar, deambulando sin rumbo y blandiendo aun esa copa de vino sin catar que reservaba para deleitarse conjuntamente con el concierto que esperaba oir. Pero le costaría de encontrar a la cantante sin indicación, pero por motivos del destino, una luz procedente al parecer de una linterna le atrajo hacía lo que parecía ser un sótano al cual bajó por las escaleras sin necesidad de luz.
- muestrate mujer!! - grito riendo entre la lejanía del lugar al sentir la respiración profunda de una chica de ahí - aclamo la presencia de una cantante famosa en este lugar, exijo que me guíes hasta ella -

Me había acomodado placenteramente a lo largo del sillón, con mis manos sobre el brazo de este y a su vez mi cabeza recostada en ellas, con mi esbelto cuerpo a su largo, y las piernas cruzadas. Mantenía una sonrisa cálida, mas que ruda y egocéntrica, era suave y pacifica, y es que en ocasiones el silencio podía llegar a reconfortarme y la oscuridad aun mas. Y mientras aun tarareaba esa melodía, alguien bajo deprisa a ese lugar. ¿Acaso algún miembro del publico de hace un momento me había seguido? ¿Un groupie? ¿O quizás mis jefes venían a echarme a patadas de ahí? No lo sabia, pero con suavidad gire mi rostro hacia la dirección donde se encontraba la entrada, y al estar la puerta abierta por un momento y ver al personaje misterioso contra luz, visualicé su silueta. Un hombre alto, más no pude ver bien sus rasgos al encontrar la luz de afuera tan segadora a pesar que era media noche; hasta que la puerta volvió a cerrarse y la oscuridad volvió a apoderarse de ese gigantesco deposito. Mis ojos eran verdaderamente brillantes, podía verse su color a pesar de esa gran masa oscura, y estos podían ver mejor a ese chico, era bien parecido, tenía unos ojos rojo ardiente que irradiaban seguridad y parecía alguien muy peculiar. ¿Me buscaba a mí? ¡Que sorpresa! Mi gesto curioso volvió a ser una sonrisa y levante mi cuerpo hasta terminar sentada una vez más.
-Si buscas por Sheena Doyle, la has encontrado- reí ligeramente -¿Cómo es que has dado conmigo, cielo? Eso si que es sorprendente... con la mala ubicacion que yo tengo...
Me pare del sofá haciendo que el plástico en el que estaba envuelto, sonara. Me acerque a el; en ese silencio mis pasos se hacían notar con incluso, algo de eco. Termine a un par de metros de el, quizás lo suficiente como para que me viera, y me quede derecha, con esa curva azucarada en mis labios.

Con la mano elevada a la altura de su boca, sosteniendo una copa de vino que se llevo consigo desde que salio de su casa. La agitaba levemente como si quisiera provocar algo o a alguien. Pues el encontrarse con aquella chica en aquel sótano, le provocaba una cierta gracia que pocas veces dejaba mostrar y todo a consecuencia de creer que el destino había querido que se encontrase con ella, ya que en su interior deseaba tener una nueva posesión para su colección y que menos que una cantante para completarla. Pero primero, tendría que comprobar la calidad de ese producto para asegurarse que no perdía el tiempo y en el peor de los casos, agotar su paciencia supondría la muerte de ella.

-¿ Sheena Doyle, dices? - pregunto un poco serio, posando su mirada en la copa de vino de la que bebió lentamente, cerrando sus ojos para degustar mejor el licor en su paladar y sentir como el licor descendía por garganta - deja de atribuirte importancia querida - le añadió medio sonriente, con cierto tono irónico mientras comenzaba a verla mejor al acercarse con ciertos pasos lentos, que denotaban el poco peso de su cuerpo. Pero lo llamativo, era la tonalidad de su cabello, siendo diferente al que había visto hasta ahora - quiero escuchar una buena voz, que deleite mis agudizados oídos. Pues lo que yo percibo y escucho decido si es valioso -

Pacientemente el chico desvió su mirada por todo el sótano mientras espera la respuesta de la chica, aunque obviamente él quería escuchar un si salir de sus labios pues las represarias a negarse a cantar serían muy duras. Pero sorprendentemente, ella se mostraba tranquila, sin agitarse ni con movimientos nerviosos. Todo al contrario, se presumía que sabía como tratar con Tsumuru, cosa que comenzaba a i,pacientarle si seguía con eso jueguitos de provocación que tan poco le agradaba que le hicieren a él.

-hum - suspiro el chico, cruzándose de brazos mientras la miraba a ella, elevando un poco su cabeza al querer mostrar superioridad tanto en posición social como en simple existencia pues la consideraba de momento indigna de estar en su presencia - el dinero no supone problema alguno - cierra sus ojos, comenzando a caminar con pasos lentos al lado de ella - pero el problema sería desafinar... puede que fuere tu ultima vez - sonríe de una forma algo egoísta, queriendo vacilar ante ella a la par que tomaba asiento en ese sofá, extiendiendo su otro brazo en el regazo superior mientras que con el otro sostenía su copa.

Momentos antes de que ella empezará, el chico le hizo un saludo con la copa, aumentando su provocación egocéntrica, lo cual le hacía divertirse al tener ese extraño complejo de superioridad ante los demás. Pero en cuando comenzó a escuchar la voz de la chica, algo cambiaba en el ambiente pues las risas del chico cesaban para dar paso a los nítidos sonidos que ofrecía la joven, retumbando por todo el sótano y pareciendo que la oscuridad vailaba a su son. Como también lo hacía la mano del chico, que involuntariamente agitaba mas de lo debido el vino de una forma involuntaria.

Aquella melodía, sin duda narraba una historia de amor donde el temor a la soledad hacia perderse a la joven. Y era eso lo que significaba “Winter Sleep” en esos versos; un grito de ayuda desde un sueño profundo y helado que mantiene con mentiras una relación que más bien podría compararse con un camino desierto.
Mientras entonaba aquellas notas, caminaba y hacia ademanes con las manos en la oscuridad, con los ojos entrecerrados, como en un concierto. El sentimiento que había en mí cada vez que cantaba era inexplicable y por más veces que lo hiciera, nunca me cansaba o aburría. Finalmente, se había terminado, me pare firme y abrí mis ojos, suspirando y enseguida mostrando una sonrisa segura pero gentil. Con mi mano derecha, alboroté un poco mi flequillo, vaya aspecto tan más rebelde. Y un momento después una risilla salió de mis labios.
-¿Es eso suficiente para ti, Príncipe?- le pregunte juguetona, sin siquiera estar segura de que el fuera miembro de la realeza -Te causaba curiosidad oírme, pues bien, esa ha sido mi voz, como notaste, no es la gran cosa. Pero ya vez…
Di un pequeño soplido hacia arriba, y mi mechón fucsia se movió un poco. No estaba actuando con arrogancia, sino que yo era una persona bastante segura. Me acerque de nuevo, ya que cuando el se sentó en el sofá plastificado había quedado lejos otra vez. Y a una distancia corta del sofá, me detuve con mi peso (el cual no era mucho) recargado sobre una sola pierna y la otra un poco flexionada, y las manos en la cintura, sonreía y parpadeaba, mostrando desvergonzadamente mis ojos azules parpadear.

Al parecer, aquella canción consiguió atraer la atención del chico, lo cual era muy extraño en él pues solamente se atraía con los objetos de intenso valor como el oro o cosas similares como el buen vino. Pero esa voz, tenía un toque especial que difícilmente podía expresar con palabras los efectos que en él transmitía. Así pues, al finalizar esa canción, el chico se indujo en una especie de trance en que cerro sus ojos para concentrarse mejor en ese rápido sueño, recordando aspectos de su pasado como los tiempos en que paso en las cortes de diferentes reinos de la antiguedad debido a su larga vida como dragón.

- nada es suficiente para mi querida - le respondió de una forma similar, dando un pequeño trago en su copa de vino, sin abrir sus ojos todavía pues al parecer en su mente seguía reproduciendo aquella canción a lo que se guió por el sonido de los pasos que daba la joven al acercarse al sofá. A lo que se quedo tal cual, sonriendo un poco - se reconocer la perfección cuando se presenta ante mi - de repente, Tsumuru abrió los ojos, mostrando esa tono rogizo a los azules de la chica que parpadeaban de una forma bastante atractiva - no te quitare la vida, pero si vuelves a menospreciar tu voz, ten por seguro que te mataré lentamente - le respondió sonriente, como si de un elogio se tratase ya que era su forma de decir sus cumplidos.

El chico, sin saber que mas hacer para distraerse. Pensó que podría discutir con ella a acerca de que se uniera a su servicios privados como cantante en los ratos que tuviera libre ya que con una sola actuación le había bastado para que sus nervios se calmasen hasta un punto que su carácter se veía apaciguado. Notándose que en su rostro no se mostraba la típica mirada de superioridad que le caracterizaba si no que difundía una mirada de igual a igual.
-¿Te gustaría trabajar para mi?, cobrarías bien y no tendrías que actuar para nadie mas que yo - le pregunto ofreciendole la copa de vino.

Oh, aquel si que era un joven mercenario. Ese tipo de personas siempre eran despreciadas por el resto, sin embargo, siempre había pensado que los mercenarios, coleccionistas y obsesivos eran de lo mas interesante. Se parecían a lo que yo realmente era: una soñadora, obsesionada con la idea de ser mundialmente conocida, la idea de que cada vez que saliera del burdel, fuera perseguida por cientos de flashes, columnistas, reporteros y fans sumamente locos y amorosos. Y aquella buena fama que se me estaba dando rápidamente, me agradaba, pero me resultaba insuficiente, poco; bien parecía que nunca nada era bastante para mí, justo como se afirmaba el rubio.
Ladee ligeramente mi cabeza, sin borrar mi sonrisa mientras le escuchaba, y al oírle hablar sobre dejarme vivir no pude evitar que esta se volviera un poco más juguetona y que uno de mis ojos se entrecerrara. >>¿Es que en verdad habla en serio?<< Aquello me era gracioso. Matarme por mal mirarme, ¡eso si era nuevo!
“Trabajar para el”, sonaba muy bien, aunque no me parecía muy buena idea dejar de cantar en otros lugares. Pero es que, yo no solía cobrar (o al menos no mucho) en Letal Candy por mi voz, ya me pagaban muy bien por ser anfitriona. Me gustaba su carácter, no pensaba hacerle gastar ni un centavo, pero si le haría una pequeña bromilla.
-Eso suena bastante bien, pero debo cantar en algunos otros lugares, cariño- al ver como me ofrecía su bebida, me puse en cuclillas a sus pies, tome la copa y le di un pequeño sorbo –Pero si quieres que sea tu cantante privada, para esos ratos libres, te saldrá muy caro ¿sabes? Lo mas barato que te lo podría dejar seria en 9000¥- mentí como una serpiente, casi mordiéndome la lengua para no reírme mientras le miraba en lo bajo, con la copa entre mis manos -Tu dirás que te parece mi oferta…
Con aquella broma, solo quería ver a que tan dispuesto estaba el elegante caballero a conseguir una supuesta “voz perfecta” como la mía.

Una nueva atracción se comenzó a despertar en el interés del joven, fijando su atención en los ojos de la chica que ahora yacían dormidos ante la forma en que bebía de su copa, inclinándose ante él. Una acción que le agradaba y le encantaba ver ante la gente, pues era una muestra de su superioridad con el resto de seres inferiores que a penas solía respetar. Pero esa chica, se ganó parte de su afecto, permitiéndole al menos dirigirle la palabra de cualquier tono sin hundir una espada en su estómago como le hubiera echo a cualquiera en su caso. De todas formas, su intención era hacerse con la voz de la chica a cualquier precio, pues el dinero era una fuente inagotable en su caso gracias a los trabajos clandestinos que dirigía al amparo de la noche fuera de la ley, convirtiéndole en parte en un criminal. Un nombre que no le gustaba escuchar en boca de nadie cuando se referían hacía él.

- ¿9000¥ dices? - pregunto el joven de una forma exagerada, riéndose fuertemente por las condiciones que exponía la chica - el vino que has bebido cuesta la mitad que tu ... si me permito unos 4500¥ para mi paladar,¿Cuanto crees que me permitiré para deleitarme con mis oídos? - Tsumuru continuo riendo, elevando la mirada al techo, cerrando los ojos de nuevo. Sinceramente las palabras que ella pronunciaba le hacían reir, pues tocaban de lleno con su extraño humor. Aunque la naturaleza de una persona es difícil de cambiar y la auténtica forma de ser del dragón, se mostraba tras esas risas - sin embargo, si algo quiero en este mundo me apoderó de ello sin más. Sin dar cuentas a nadie - de repente, su tono se volvió mas serio a su vez que descendía su mirada hacía ella - pero por ser tu, are una excepción y te ofreceré lo que tu quieras. Después de todo el mundo esta a mis pies - volvió a sonreirle, infundiéndole una mirada algo mas amable.

Después de aquel profundo pero delicioso trago de vino, me sobresalté un poco al oírle reír. ¿Había captado mi broma? A saber. Pero sin duda lo que mas llamo mi intención fue el precio de aquel licor. Mire la copa encantada y la moví un poco, dejando que el fluido hiciera círculos y ondas continuamente. >>¿En verdad ha costado eso? Eso explica porque esta tan bueno…<<. Una risilla percatada salió de mi mientras veía aquella bebida, y un segundo después di un suspiro, sentándome en el suelo, y manteniendo la copa en alto por si el decidía tomar de nuevo de ella. En verdad pagaría lo que sea, algún otro huésped seguro ya se habría ido molesto, insultándome o quizás me reportaría con alguno de los gerentes. Le mire a los ojos, con ese gesto despreocupado mío que en esos momentos, no había desaparecido ni por un minuto, ni aun mientras cantaba.
-Pues bien, parece que al final siempre consigues lo que quieres- le guiñe un ojo -¿No pensaste que en realidad iba a cobrarte algo así, verdad?- mi mirada se quedo alineada con la del personaje -Por mas valiosa que consideres mi voz, yo disfruto tanto cantando que no encuentro el porque de pedir dinero a cambio. Además, con esa disposición, puedo que en verdad quieres que cante siempre para ti, ¿Y para que negártelo? Así que ahora solo debes llamarme cuando te aburras.
Apoye una de mis manos en el suelo mientras que con la otra sostenía aun la burbuja de cristal, y mientras que estaba ahí miraba al chico, y recordé… que aun no sabia su nombre, así que con un gesto amplio de curiosidad me incline un poco hacia adelante.
-Por cierto, con todo lo que llevamos aquí, y aun no se tu nombre ¿Me lo dirás?- ladee mi cabeza, haciendo que mi cabello se deslizara agraciadamente por mi frente, sin quitarle ni un poco de estética a este.

Las exigencias de Tsumuru fueron expuestas ante las condiciones que ella exigía, aunque el chico ignoraba que era una broma que formaba algún tipo de prueba para comprobar hasta donde llegaba su horizonte de deseo y codicia para poseer a la chica para él solo. Pero después de todo, aunque ella quisiera cobrarle, la tomaría de todos modos y la obligaría a que viniera con el rubio hasta donde vivía con el fin de que actuara de forma exclusiva. Sin embargo y gracias a su voz, se lo haría de una forma suave cuando se la llevará, sin dejar muchas marcas de forcejeo en su rostro o en su piel. Siendo un pensamiento que provocaba risas en sus labios, deseosos de querer probar el vino que contenía su copa.

- el mundo es mío, es el destino que lo que yo desee acabe en mis manos - le respondió de la única forma que sabía, posesiva y autoritaria pero manteniendo esa sonrisa que todavía marcaba compasión - si tanto insistes en no poner precio a tu voz, no me quejaré por ello. Te llamaré a mi deseo cuando mi gana disponga, aunque estés durmiendo - añadió elevando su mano, mirando de forma distraía esa extremidad como si quisiera mostrar que no prestaba atención a la chica, aunque así era ya que solamente eran sus palabras a las que prestaba atención hasta que el escuchar como agitaba la copa, provoco que su mirada se desvira hacía ella de nuevo, llevando su mano elevada a la copa que ella sostenía en alto para coger lo que era suyo.
- bueno... creo que mereces el honor de saberlo - dijo de esa forma delirante que únicamente él sabría ofrecer - me llamo Tsumuru Drakon, dios del mundo - elevo su copa, señal que quería magnificar su grandeza a la vez que comenzaba a reir exageraramente.

Sus movimientos, se calmaron de repente, dejando su cuerpo totalmente quieto como si estuviera en algún tipo de trance o sueño en despierto. A lo que dejo salir un pequeño suspiro.

Si, el tenía esa extraña costumbre de tratar con los objetos y con las personas. Posando su mirada en ellos y exigiendo en caso de interesarle, que le pertenecían por el simple echo de existir. Actuando de una forma avariciosa, queriendo conseguir más y más sin nunca terminar de satisfacerse, pareciendo como un pequeño niño mal criado que nunca sus padres le supieron decir no. Sin embargo, esa teoría no se escapaba mucho a su pasado de cuando era pequeño, allá por cuarto o quinto siglo después de Cristo en que vivió la perdida de su hermana pequeña por parte de los humanos. Un echo que le marcaría desde entonces y que definiría su forma de ser, repitiendo esa misma actitud que vivió una y otra vez.

Sin embargo, los tiempos de inestabilidad entre los humanos ceso con el paso de los siglos hasta llegar al día de hoy. En que ahora era él quien les controlaba y no al contrario pues su trabajo le permitía mandar a otras personas hacer recados a cambio de un sueldo mísero que se podía permitir. Como si llevara un pequeño imperio de las sombras, creciente desde el anonimato y poderoso como un gobierno que en cualquier momento podía hacer despertar la codicia de Tsumuru por querer hacerse con el mundo entero. Pero sin embargo, se conformaba con los pequeños objetos de valor que robaban para él, similar a drogas que apaciguaban la ira del peligroso dragón.
Así pues, volviendo a la realidad y dejando sus sueños de grandeza. El chico se digno por decirle su nombre, cosa que no era muy habitual en él debido a la importancia que le daba a ello y que se enorgullecía de portarlo.
- ¿Tsu-kun? - pregunto seriamente y despacio al verla tumbarse en frente suyo, mostrándole a él tan tranquila forma de ser que algo le molestaba al no estar acostumbrado a ese tipo de trato - como prefieras Shenna - le respondió poco después de haber escuchado su nombre en un tono algo seco y desanimado mirando al frente. Distrayéndose con un mueble que le había parecido ver brillas, pero que fue una simple alucinación y perdiendo el interés en un simple motón de mueble viejo se atrevió a volver la mirada a ella - mi vino esta a punto de terminarse, tráeme algo de licor - le dijo divertido pero sin dejar de ser autoritario.

Me alegraba saber ahora su nombre, Tsumuru Drakon no estaba nada mal, sin embargo siempre me había gustado darles mi toque al llamarles. Al ver como el chico hacia ese gesto de desinterés al permitirme decirle Tsu-kuu (que si bien somos realistas, nunca me lo confirmó pero tampoco me lo negó) no pude evitar echar mi cabeza hacia atrás y soltar una carcajada fina y femenina ¿En verdad estaba actuando tan despotricada como para que el me viera así de altanero? Probablemente no fuera así.
Es curioso que nunca me diera cuenta de su acento hasta ese momento, se parecía bastante al mío, fino, pero menos formal, algo más… relajado, pero igualmente europeo. Era dulce, con mucha clase y sonaba igual de pronunciado que el de un ingles ¿Irlandés? Tal vez, pero lo cierto es que no iba a preguntarle en ese momento.
-Pues bien, será así como yo te llame. Por favor, no te molestes conmigo es solo de cariño, no mas- dije simulando una voz mas infantil e inocente, enseguida, no pude evitar soltar una risa contenida.
Aquel rubio me había pedido que cantara para el solo, y yo lo había hecho sin chistar. Se había apropiado de mí como si se tratara de algo material ¿Y ahora quería que fuera su maid personal o algo por el estilo? Bien, es cierto, en realidad no me molestaba ni me hacia enojar, pero yo había intentado enfurecerme, como lo habría hecho otra chica con sentido común, pero simplemente no podía, era como pedirle perlas al lodo. Me pare y sacudí mi vestido, parándome frente a el otra vez.
-¿En verdad piensas dejar ir a estas horas a una indefensa chica en busca de alcohol?- reí divertida, y entonces esa sonrisa se volvió un gesto curioso, llevando mi dedo índice a los labios -Uhmm… pues lo cierto es que nunca salí de noche de la mansión…- pensé en voz alta, mirando hacia arriba, aquello era en serio.

No quiso añadir ninguna palabra más respecto a la forma de referirse a él. Pues ella se había atrevido a variar la forma de su nombre, añadiendo una especie de diminutivo que le recordó bastante al honorífico japonés “-kun”, cuya terminación era para referirse a las personas de confianza o para los amigos de mayor amistad con cierto toque de formalidad en el territorio nacional. Pero de todas formas, ¿Sabía a caso con lo que estaba jugando cambiando el nombre de esa forma? Era un insulto casi para él, una falta de respeto total a su persona. Sin embargo, por parte del chico ya fuera por la falta de vino o por las largas horas de la noche que eran. No mostró enfado o desagrado, simplemente se distrajo por un momento para asimilar dicho concepto sin caer en la tentación de hacer sufrir a la chica con alguna de sus armas favoritas.

“ esta tentando mucho a su suerte “ pensaba el chico después de blandir su copa vacía, en señal de que ella fuera a cumplir el cometido que él le había encomendado en buscar algo de alcohol con que llenar dicho recipiente mientras el pasaba el tiempo en mirar a la chica y en las acciones que esta hacía.Cuyas se basaban en reir y actuar entre la adolescencia y la madurez. Una combinación interesante que era digna de ser apreciada por el hombre que se consideraba amo y señor de todo el mundo. Idea que le hizo sonreir de forma satisfactoria, cerrando sus ojos y empleando un rostro que agradecía a la vida por haber sido creado.

La cabeza de Tsumuru, pronto se llenó de imágenes fantásticas e irreales, como entre muchas de él apoderándose de algunos reinos en batalla, empleando su propia magia y forma animal. Transformándose en un grandioso dragón que pasaría a ser el malo de la historia, al hacerse con el mundo de una forma violenta y sencilla. Pues pensaba que todos los seres que lo habitaban eran débiles a diferencia de él mismo y su hermana. Una trágica historia que se hizo presente en su mente y en su rostro, conformando una lebe mirada de añorancia que borraba esa sonrisa de comodidad.

- tu ignorancia me divierte - dijo tras abrir los ojos, con tono amable, muy diferente del empleado hasta ahora. Una cuestión que era de extrañar pues por breves momentos se estaba mostrando como una persona tolerante y poco egocéntrica que hacía extrañarse hasta a si mismo - ¿así que la gata nocturna teme a su propio ambiente? - le pregunto, esta vez, mofándose de esa chica que parecía ser presa de la posesión de una voluntad superior, por ejemplo de, ¿Tsumuru?, pues así lo creía y lo veía en su egocéntrica visión reprimida por extraños motivos - hagamos una tregua pues, yo te muestro la violencia de la sombra de la luna y tu cumples mis órdenes -

Parada derecha, pero a la vez relajada me había quedado pensando. No era como si ir a la vinatería a buscar algo de beber fuera algo peligroso durante la noche ni en la noche, es solo que aquella dramatización de alguien sumamente frágil me solía quedar bien. Eso lo había aprendido desde que era una pequeña niña, simulando inocencia ante mi madre para siempre conseguir lo que esta mentecita tan calculadora quisiera, en el momento que quisiera, y todo gracias a un encantador y tierno puchero, que podría ablandar hasta los mas fríos y secos corazones. Y no es algo de lo que alguien se pudiera extrañar, al final de cuentas mi rostro era muy estético y delicado.
“Gata nocturna”, a decir verdad ese apodo encajaba un poco conmigo. Era una demonio, pero siempre parecía una Neko, con esa melodiosa, algo aguda pero suave voz, movimientos delicados y bien femeninos, un cuerpo curvilíneo y facciones dulces; y a pesar de tener una apariencia vistosa y rockera, siempre muy relajada y recatada, nunca violenta (a menos que en verdad se requiera recurrir a esos métodos). Reí, suspire y asentí con la cabeza.
-Acepto tu propuesta, me parece que es un buen trato- una sonrisa tierna apareció en mi, casi como por arte de magia -Yo atiendo a tus ordenes, si cumples con tu parte, es un hecho
Dije como si fuera una gangster italiana, hablando de favores al puro estilo de los Corleone. Hablar de tratos era una de mis facetas que siempre mantenía bien oculta, y solo salía a la luz una vez que en verdad iba a tomar la oportunidad que se presentaba.

- mis deseos serán tu voluntad, que no lo olvide tu frágil mente - le acometió quizás de una forma directa. Atentando al sentido de pensar de la chica como si fuera una vulgar campesina que nunca hubiera cogido un libro en su vida. A lo que también, era de extrañar en esos momentos pues Tsumuru comenzaba a ser un poco decente por así decirlo pero sin embargo era verdad que la autentica naturaleza de las personas era imposible de cambiar y menos en un dragón que había vivido de esa forma por mas de unos cientos de años.

Dicho eso, el chico de levanto del sofá a la par que hacía desaparecer aquella copa en un polvo dorado como por arte de magia. Mostrando brevemente cual era su poder sin intención de sorprender a la chica pues consideraba esos actos lo mas común en su vida diaria lo cual le hacía mas fácil de llevar. Pues las comodidades de las que disponía siglos atrás de cuando estaba apostado en la corte. Ya no le eran accesibles a causa del estado en el que había quedado el mundo después de la llegada de aquellos seres de otros mundos con intenciones de arrebatar lo que era suyo, es decir, todo. Pero necesitaba esperar antes de actuar.

- ben, guíame querida - le ordeno pero sutilmente, mientras con su mano alcanzaba a señalar la puerta de entrada de aquel lugar en plena oscuridad pero que le era fácil de caminar. Avanzando sin problemas entre los muebles y cajas que conformaban el lugar, sin nombrar el polvo que molestaba a respirar pero que un mal menor sin importancia.